...De ahora en más

Un intento de grito que me saque del silencio que agobia, angustia y harta... Un intento de compartir intimidades sin perder la intimidad propiamente dicha... Un intento... Solo eso...

miércoles, marzo 22, 2006

Detrás del miedo

Hablemos usted y yo.
Hablemos del miedo.
Hablemos de forma muy racional de la aproximación al filo de la locura...
y quizás del salto al otro lado de ese filo.
Pero... hablemos del miedo.
No levantaremos la voz ni gritaremos.
Conversaremos racionalmente, usted y yo.
Hablaremos de la forma en que a veces la sólida trama de las cosas de un momento a otro se deshace con alarmante brusquedad.
De como las cosas en un instante se confunden en la mente y el caos nos invade.
Y nos tiembla el cuerpo... y la voz... y las ideas...
Y nos tiembla la cordura.
Tiene belleza.
¿Eso es lo que quiere oir?
Pero escuche...
Desde que llegó, desde que vi su ternura otra vez, todo ha ido peor.
Tiene belleza y no supe ver otra cosa que eso.
Miraba su caminar, su hablar y su guiñarme el ojo; y después, cuando me quedaba solo, hablaba de usted como un niño.
Encerrado en mi habitación, rearmaba sus acciones en mi mente, recordaba su voz.
No me di cuenta, porque tiene belleza y yo... ¡¿Qué más da?!...
Pero, poco a poco, en mi cabeza... en mí... resucitaron los viejos miedos, los reproches, los secretos y volvieron las noches sin dormir.
Y yo pensaba: "¿Por qué otra vez?", "¿Qué está pasando?"...
¿Cómo iba a saber que era usted?... ¿Cómo iba a imaginar el daño que me estaba haciendo?
Y mi voz dejó de ser tranquila y en mí empezó de nuevo una guerra que ya había olvidado...
¿Para qué contarle?... Supongo que lo sabe... O quizás no... Quizás la estupidez no le deja darse cuenta del daño que ha hecho.
Míreme cuando el hablo.
Le he tenido miedo.
Eso es cierto.
Le he tenido miedo... y he sentido amor.
Amor... ¡Que ridículo!...
Y es cierto...
Te quise.
Porque tenía belleza y estaba asustado, y yo pensé que quizás...
pero no me eligió.
Y yo callé y traté de olvidar.
Pero, después, todo se estropeó.
Yo no tuve la culpa.
Las cosas no son sencillas...
Y hay que saber retirarse a tiempo...
Después... el reencuentro.
¿Quien tiene la culpa de eso?
Ahora logro verlo por primera vez detrás de su belleza...
y tiene usted tanto miedo como yo.
Ahora sé por qué sonríe.
Miedo...
Es miedo... ¿Verdad?...
Escuche.
Le supliqué que se alejara... y no me escuchó.
Sonreía, fumaba, no le importaba lo que pasara...
¡Ya no puedo más!.
Dígame que se queda conmigo y déjeme en paz...
O dígame que me deja... de nuevo... pero déjeme en paz.
Diga lo que sea... tome una desición...
Mi miedo y yo escuchamos.